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La eficiencia energética en el transporte: la aviación

La aviación comercial es uno de los sectores que más CO2 emite a la atmósfera. Las compañías saben que esto supone un problema para su negocio y ahora están investigando las posibilidades que tienen de reducir tanto consumo de combustible como emisiones de CO2.

Una de las líneas de investigación que siguen es el desarrollo de biocombustibles de segunda generación, es decir, combustibles basados en la producción de algas. Los biocombustibles a base de granos comestibles fueron una gran esperanza durante un tiempo, pero la esperanza se disipó cuando se vio que promover este tipo de combustibles podía originar subidas de precio en los alimentos básicos de países pobres. Se ha sugerido utilizar otro tipo de cultivos, como la jatropa, que no es comestible, pero en ese caso se presenta de todas formas otro problema:la deforestación, dado que en algunos sitios, como Brasil, se están talando bosques para poder tener terreno donde plantar estos vegetales.

Es entonces cuando se decidió investigar sobre la posibilidad de utilizar algas cultivadas para la producción de biocombustible. Este cultivo podría producirse en estanques cerrados o incluso dentro del mar. Las compañías aéreas han puesto una gran esperanza en este tipo de combustibles; ya se han realizado varios vuelos de prueba, que han resultado exitosos, y se sigue investigando para seguir desarrollando esta posibilidad.

Existen otras posibilidades; un estudio analiza el efecto Helmholz. Este sistema consistiría en realizar cientos e incluso miles de incisiones sobre las alas de un avión, lo cual reduciría el rozamiento del aire, con el consecuente ahorro de combustible. Airbus ya ha pedido que se acelere este proyecto para poder aplicarlo en sus aviones a partir de 2012.